Un nuevo viejo mundo – Paraisos perdidos

8 de febrero – 25 de marzo

1.

UN NUEVO VIEJO MUNDO 

CENTRO CULTURAL GABRIAL GARCÍA MARQUEZ
Cll. 10 No. 5 – 60
BARRIO LA CANDELARIA, BOGOTÁ.
DEL 8 DE FEBRERO AL 25 DE MARZO

Con motivo de la celebración del año México – Colombia, la Embajada de México y Adrián Ibáñez Galería, organizan una exposición de arte contemporáneo con reconocidos artistas emergentes y consolidados de México y Colombia, la muestra se divide en dos “capítulos” y se desarrolla en paralelo en dos salas y locaciones distintas, dichos “capítulos” se complementan y potencian entre sí, generando dialogo y reflexión entre las partes y dando importancia a la descentralización en cuanto a la exhibición y circulación de las artes y reafirmando la intención en el desplazamiento mismo entre las locaciones y sus contenidos.

2.

PARAISOS PERDIDOS 

ADRIÁN IBÁÑEZ GALERÍA
100 mts ANTES DE SUBIR A CARRÓN
TABIO, CUNDINAMARCA.

Atuendos rituales, joyas ceremoniales, resistencia, transgresión y expectativa, de la banalidad al ritual, tocados ceremoniales como extensión corporal, el adorno del cuerpo humano, la búsqueda de una dimensión simbólica una expresión máxima del “Tonalli” que entra al cuerpo al momento de nacer y es entendido como un todo, luz solar que hace parte del universo y acompaña la existencia y como parte de un todo termina su existencia corpórea como colibrí.

PARTICIPANTES

Artistas Mexicanos

 Alejandra Alarcón / Alexis de Chaunac / Chavis Marmol / Chris Castañeda / David Gremard Floria Gonzalez / Iván Salamanca / Jimena Schlaepher / Mariana Magdaleno / Pablo Cotama / Sofía Echeverri

Artistas Colombianos

 Alejandro Sánchez / Carlos Villabon / Daniel Acuña / Eduard Moreno / Ernesto Restrepo Morillo / Fidel Álvarez / Gonzalo Fuenmayor / Harold Rubio / Jansel Figueroa / Jose Horacio Martínez / Kindi Llajtu / María Isabel Vargas / Mateo Pizarro / Miler Lagos/ Rodrigo Echeverri / Rossina Bossio La curaduría y museografía está a cargo de Adrián Ibáñez Para el conversatorio y visita guiada se contará con la asistencia de los artistas Mexicanos: David Gremard / Floria Gonzalez / Chavis Marmol

TEXTO CURATORIAL

Adrián Ibáñez, curador, 2018.

La representación del tiempo como una cuerda tensa y rectilínea nos hace pensar en una única manera y posibilidad de visión, en un mismo y común norte, todos al unísono muy acompasados caminando hacia un horizonte que pareciera cada vez más lejano.
¿Y si plegamos la cuerda?

Tendríamos entonces el punto A y el punto B en un mismo momento y lugar, pasado y futuro, lo nuevo y lo viejo en dialogo abierto aunque incomprensible al no reconocerse el uno al otro, construyendo un presente tenso y pleno de contradicciones, que bien podrían ser posibilidades de esa cuerda extendida y rectilínea en múltiples opciones paralelas.
Descubrir significa encontrar, descubrir significa ver, aceptar, integrar, digerir, comparar; ante lo nuevo el cerebro responde con miedo, el cuerpo retrocede y como animal social actúa en colectivo; reglas consuetudinarias emulan la aceptación colectiva y definen los límites de nuestras creencias. Molde y copia son partes de la misma moneda, que muestra sus caras a conveniencia, colonos y colonizadores se asoman a las mismas profundidades de lo desconocido, y aplicando procesos de sustracción, desprendemos de las entrañas del territorio los conocimientos contenidos en los elementos, sin tener en cuenta la conexión ancestral y cósmica que en ellos está contenida.

Ires y venires, rutas y mapas, recorridos marcados que dan fe de la existencia del tiempo y el espacio, de un espacio atiborrado de pertenencias e intenciones y la cuerda se pliega una y otra vez, ayer se mezcla con hoy, hoy con mañana, acá con allá y así se fundan esos paraísos perdidos. Lugares inexplorados o muchas veces caminados que habitamos en la inconciencia en la perplejidad de lo inmediato, balsas transportan riquezas inconmensurables, inexplicables ritos sagrados resuenan en la madre tierra y ella no entiende de nuevo y de viejo, porque es ahora y era antes. Como es arriba es abajo, el hombre en si es un pequeño universo que se auto contiene y se auto regula e interactúa en infinita correspondencia con todo lo demás, de alguna manera ese hilo conductor sigue incólume ante el paso de los siglos que desde el punto de vista de la escala universal del tiempo han sido apenas dos minutos…
Ese reflejo que nos persigue, pero cada vez que volteamos no vemos; toda una línea de creencias y significados caen por el agujero de su madriguera y en ese caer no sabemos si sube o baja y cuanto de ello que cae impregna el atrás y el ahora produciendo ese choque de tensiones que genera a punta de contradicciones, ese yo múltiple y diverso, mestizaje, sangre, carne y hueso mezclados, ADN que deja ser y continua siendo.

Identidad, territorio y raza; ..”Prosiguiendo Aguilar su plática, dixo: «E desta manera anduvimos catorce días, al cabo de los cuales nos echó la corriente, que es allí muy grande y va siempre tras del sol, a esta tierra, a una provincia que se dice Maya. En el camino murieron de hambre siete de los nuestros, y viniendo los demás en poder de un cruel señor, sacrificó a Valdivia y a otros cuatro; y ofresciéndolos a sus ídolos, después se los comió, haciendo fiesta, según el uso de la tierra, e yo con otros seis quedamos en caponera, para que estando más gordos, para otra fiesta que venía, solemnizásemos con nuestras carnes su banquete.”

La antropofagia entendida pues como una visión del mundo resulta en una digestión de significantes y significados, como elemento descolonizador, ese homo-político erige su manifiesto alejado de la necesidad y evoca placer, verdad y ritual.
Atuendos rituales, joyas ceremoniales, resistencia, transgresión y expectativa, de la banalidad al ritual, tocados ceremoniales como extensión corporal, el adorno del cuerpo humano, la búsqueda de una dimensión simbólica una expresión máxima del “Tonalli” que entra al cuerpo al momento de nacer y es entendido como un todo, luz solar que hace parte del universo y acompaña la existencia y como parte de un todo termina su existencia corpórea como colibrí.

La exploración asume en lo desconocido la capacidad de la expansión y la contención en si de lo ya conocido, el accidente y el azar adquieren gran importancia y se doblegan a la fuerza de los elementos, metáforas materiales que resumen territorio. El árbol de la vida esquivo a toda exploración se reúsa al encuentro, devastamos continentes en busca de la tierra de Hedone y así la cuerda plegada o rectilínea nos mantiene en constante balanceo enfrentados a la disyuntiva de ese paraíso perdido.