Adrián Ibáñez, curador, 2017.

La visión es inherente a la experiencia, impulsos nerviosos codifican y trasladan información, datos que llegan al cerebro y allí son procesados; unidos a contexto y tiempo son relevantes al momento mismo de la experiencia, de la acción y se van acumulando imágenes como recuerdos procesados en cajones olvidados de la memoria.
Imágenes que simbolizan lo que vemos, son lo que son, lo que existe, pero no lo que guardamos y reconocemos, es decir, “Ceci n’est pas une pipe”, que significa «esto no es una pipa»
Símbolo, icono, representación, copia, imitación, descripción, objeto, modo y medio se traslapan uno sobre otro, uno tras otro. Es evidente el efecto de la mediación técnica sobre la percepción, nuestros sentidos son apabullados por la inmensa cantidad de información visual suministrada actualmente, es imposible para nuestro cerebro reconocer y separar realidad y fantasía, original y copia, nuestro imaginario colectivo es cada día más amplio y complejo, la idea de la imagen única, ha sido ya varias veces reformulada y llevada a límites que apenas procesamos, la pérdida del aura de la imagen es mera causalidad de un entorno plagado de virtualidades.
Virtuales, reales, físicas, copias, originales, múltiples… Nos encantan las imágenes y sus representaciones, somos cazadores de imágenes y nuestras paredes rebosan trofeos que dan cuenta de ello.