EXPOSICIÓN COLECTIVA
29 de enero – 20 de marzo de 2017
SOBRE LA EXPOSICIÓN
Representaciones del cuerpo y la identidad tan variopintas como personas hay en el mundo, teorías y culturas que se traducen en formas y conceptos sobre cuerpos dispuestos a entender y predicar dichos contenidos, tangibles o intangibles, cuerpo y palabra, cuerpo y género, cuerpo y política, cuerpo e identidad, cuerpo y representación, son solo unas pocas líneas de un gran texto escrito por el cuerpo, para el cuerpo y con el cuerpo, de cuerpo presente, o del mismo ausente pero tácito. Imposiciones culturales y temporales que se ligan a un territorio a unas maneras de ver, el cuerpo restringido a su primera frontera que es el vestuario, esa segunda piel que coarta la libertad del ser, la maquilla, la limita, la disfraza, pero lo más importante, la restringe, cuerpos oprimidos entre cárceles de la construcción humana.
PARTICIPANTES: Alejandra Martinez / Alicia de la Torre / Aline Part / Andrea Aguía / Angela Rojo / Beatriz Elena Orozco / Carmenza Banguera / Danilo Cuadros / Diana Beltrán / Diana Salcedo / German Tellez / Gloria Herazo / Jonathan Chaparro / Laura Alcina / Lindy Marquez / Luis Cornejo / Manu Mojito / Margareth Arias / Mariana Gomez / María Monroy / María del Pilar Cuellar / Patricia Mejia / Vanessa Nieto / Yolanda Duarte.
Adrián Ibáñez, curador, 2017.
“Todo lo que ves existe. Podemos verlo, puedo ver los ojos de mi madre pero no puedo ver mis ojos. Un bebé puede ver sus manos pero no a sí mismo. Entonces, ¿realmente él existe? o ¿existo yo realmente?” (Extractado de la película Mr Nobody)
Somos contenedores frágiles, limitados, temporales y finitos, la sangre siempre quiere salirse de nuestros cuerpos, nuestro cuerpo es la primera frontera, nos reconocemos en nuestro reflejo, nuestras manos son la primera imagen de auto reconocimiento, ellas nos hablan de un continuo corporal que realmente no podemos observar, salvo a través de adminículos o prótesis tecnológicas que nos acompañan en la cotidianidad. Reconocemos la imagen en el espejo, formamos y construimos el entorno gracias a dicho reconocimiento, cuerpo y objeto comulgan en una misma frase que da sentido a un mundo construido por identidades y creencias, que rebosa humanidad en cada acción y reacción. Representaciones del cuerpo y la identidad tan variopintas como personas hay en el mundo, teorías y culturas que se traducen en formas y conceptos sobre cuerpos dispuestos a entender y predicar dichos contenidos, tangibles o intangibles, cuerpo y palabra, cuerpo y género, cuerpo y política, cuerpo e identidad, cuerpo y representación, son solo unas pocas líneas de un gran texto escrito por el cuerpo, para el cuerpo y con el cuerpo, de cuerpo presente, o del mismo ausente pero tácito. Imposiciones culturales y temporales que se ligan a un territorio a unas maneras de ver, el cuerpo restringido a su primera frontera que es el vestuario, esa segunda piel que coarta la libertad del ser, la maquilla, la limita, la disfraza, pero lo más importante, la restringe, cuerpos oprimidos entre cárceles de la construcción humana.
Reconocemos el mundo a través de los sentidos, vista, olfato, gusto, tacto, y audición, ellos leen códigos, emiten señales, codifican, identifican, traducen y nos muestran un posible mundo, pues somos los únicos que podemos ver las cosas de esa cierta manera, ya que cada ser entiende el mundo de una manera particular aunque en teoría recibamos los mismos estímulos y las mismas señales. Cuerpos sometidos y diluidos por nuestras doctrinas culturales, estructuras rígidas en una modernidad liquida que dobla nuestras espinas dorsales, columnas vertebrales de una sociedad amainada por el consumo. Razas, credos y géneros que subyacen ante una agobiada y rápida sociedad actual. Por juegos del azar al ser concebidos unos poderes ocultos oprimen botones que se traducen en códigos genéticos, que dicen, blanco, negro, oriental, hombre, mujer y se quedan en estos límites cortos y desligados de un mundo muy diferente que plantea una vida más fluida, más diversa.
No nos gustan las categorías, no nos gustan sus fronteras… Hay más, somos más, queremos más, podemos más. Nos negamos a ser ese híbrido planteado por la cultura de consumo, ese Frankenstein contemporáneo que se pavonea en los “malls”, seres asexuados formados de partes y partes de maniquíes en desuso, cuerpos de pasta y silicón, una especie de humanoides creados a imagen y semejanza de un Dios oculto en esas pantallas inertes que acompañan nuestra existencia. De partes estamos hechos, fragmentos de identidades, partes de ser, a diario nos construimos y reconstruimos, nos cuesta, nos duele, nos vemos en el espejo enteros, pero nos sabemos seres fragmentados, somos partes de tiempo, de pensamiento, somos seres etéreos y siempre buscamos completarnos. Lo social y lo cultural con esos mandatos, esos constructos nos imponen creer, hacer, entender, seguir, aceptar. Somos parte de una gran estructura, pedacitos de una rueda que gira y gira, aceptamos una sociedad desigual, patriarcal, una sociedad en la que la mujer es más cuerpo que otra cosa, la mujer objeto, la mujer florero.
Ser un determinado cuerpo, asumir una posición política con lo que se es, con lo que se quiere ser, con lo que se elige ser ¿Es eso acaso no más una libre determinación? ¿Es una imposición social, temporal, espacial, contextual? ¿Quién soy, quién eres, quién quieres ser, quién puedo ser? Cuerpo a Cuerpo presenta una serie de determinaciones, de posibilidades, de aceptaciones, de infidencias, de normas consuetudinarias que son principios o finales de lo oculto, de lo privado, de lo que no vemos y de lo que está en la mera superficie y no podemos ver, el cuerpo proyecta lo que el alma esconde. Cuerpos en movimiento, cuerpos en fricción, cuerpos cansados, cuerpos como herramienta, cuerpo como lenguaje, cuerpo como elemento de fuga y escape, cuerpos sin tiempo, cuerpos memoria. Al final somos parte de todo, somos un mismo cuerpo compartido, un tejido, una huella genética en común, somos la misma materia que compone el universo, el mismo tejido de ayer, de hoy y siempre, somos como el río, siempre cambiante, siempre el mismo.
INAUGURACIÓN
Lo social y lo cultural con esos mandatos, esos constructos nos imponen creer, hacer, entender, seguir, aceptar. Somos parte de una gran estructura, pedacitos de una rueda que gira y gira, aceptamos una sociedad desigual, patriarcal, una sociedad en la que la mujer es más cuerpo que otra cosa, la mujer objeto, la mujer florero. Ser un determinado cuerpo, asumir una posición política con lo que se es, con lo que se quiere ser, con lo que se elige ser ¿Es eso acaso no más una libre determinación? ¿Es una imposición social, temporal, espacial, contextual? ¿Quién soy, quién eres, quién quieres ser, quién puedo ser? Cuerpo a Cuerpo presenta una serie de determinaciones, de posibilidades, de aceptaciones, de infidencias, de normas consuetudinarias que son principios o finales de lo oculto, de lo privado, de lo que no vemos y de lo que está en la mera superficie y no podemos ver, el cuerpo proyecta lo que el alma esconde.
Adrián Ibáñez
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